PASTORAL FAMILIAR
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La Familia cristiana se presenta hoy día como la alternativa verdadera y real para una sociedad muy olvidada de toda referencia a lo divino, porque lo que necesitan los hombres y mujeres que la forman es una respuesta clara a dos exigencias básicas del corazón humano: amar y ser amado. Y eso pasa por la familia; por ser ésta el ámbito donde el hombre descubre que es amado y está llamado a amar. Este amor es el reflejo vivo y la participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo por la Iglesia. Recobran entonces plena actualidad y sentido las palabras de S. S. Juan Pablo II, pronunciadas ya hace algunos años: La Iglesia considera el servicio a la familia como una de sus tareas esenciales y ésta debe ocupar el centro de los planes pastorales, porque el futuro de la humanidad se fragua en la familia.

Esta pastoral de la familia es la acción evangelizadora que realiza la Iglesia, orientada por sus pastores, en la familia y con la familia acompañándola en todas las etapas y situaciones de su camino, para apoyarla y promoverla en el cumplimiento de su misión como parte de la sociedad y de la Iglesia. Esta tarea pastoral debe poner en el centro: el fomento de la oración familiar y la participación conjunta en los sacramentos, el aprendizaje de la fe en la familia y la vivencia del evangelio; habida cuenta que la misión de la familia no es otra que la misión de la Iglesia: ser comunidad evangelizada y evangelizadora. En otras palabras, su misión consiste en anunciar, servir y vivir el Evangelio. Cuando cada familia se conduce conforme a los planes de Dios, constituye en sí misma un Evangelio, una buena noticia, para todo el mundo, para cada hombre y mujer de buena voluntad, anunciando la presencia del Señor en medio del mundo.

 

Donde dos o tres se congregan en mi nombre, allí estoy yo presente en medio de ellos.

Estas palabras de Cristo tienen en la familia una realización, misteriosa, muy especial: en efecto, Cristo está siempre presente en aquella familia que por el sacramento del matrimonio se ha unido en su nombre. Y está presente como El es: sacerdote santo, glorificador del Padre y santificador de los hombres. Queremos destacar mucho la petición del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, que pide rezar para que, por intercesión del Santo Cura de Ars, las familias cristianas se conviertan en pequeñas iglesias, en las que todas las vocaciones y todos los carismas, dados por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos, valorados y estimulados.

 

Nos ponemos en los brazos de la Virgen María, auxilio de los cristianos y reina de la familia, para que nos guíe y nos anime a todos a participar de esta apasionante tarea, porque todos estamos llamados a ello, y nos ayude a formar en esta Parroquia muchas familias dispuestas a difundir el mensaje del Evangelio, fortalecernos en la ayuda mutua y crecer en el camino de santidad para el que hemos sido llamados.